En La ciudad, que, como hemos visto, era una obra de sociología histórica más que de historia urbana, Max Weber negó que las ciudades respondieran a leyes generales, y mucho menos de carácter biológico. Las situaciones históricas eran siempre individuales y producto de constelaciones de fuerzas dispares. Por eso el análisis comparativo las clasificaba en tipologías que se correspondían con épocas. Las desarrolladas en La ciudad obedecían a los papeles políticos desempeñados por tres actores sociales: la familia, el Estado y el individuo.