Lo mismo ocurre con el «masoquismo femenino», y especialmente con las historias de Du Maurier, en las que las heroínas disfrutan de sus dolorosas pasiones: siguen la lógica del desplazamiento, es decir, para interpretarlas adecuadamente hay que prestar atención al tercer sujeto (el hombre), que es el verdadero objetivo cuando una mujer es «invadida, en repetidas ocasiones, por el ejército chino