Guardabas tus monedas para comprar el periódico y revisar los avisos de ocasión, cada vez más magros, y acababas por leer en tu tedio el resto de las páginas, incluyendo las declaraciones diarias del flamante señor presidente que solicitaba a los mexicanos, que te solicitaba a ti, más trabajo, más esfuerzo, esas mamadas de siempre de apretarse el cinturón, de México es más grande que sus problemas, de juntos saldremos adelante; de vamos por el buen camino; y a todos hacía creer que su antecesor era el mismo Satanás.