Paula Hawkins

Tom y yo solíamos salir a correr juntos los domingos; yo lo hacía a un ritmo un poco más rápido de lo habitual en mí y él mucho más lento, así podíamos ir los dos juntos).

Pienso en Ted Hugues y en el hecho de que acogiera a Assia Wevill en la casa que él había compartido con Plath.

recordarle que Assia terminó metiendo la cabeza en el horno, igual que Sylvia

No puedo esperar a que Cathy se vaya de casa

­que no puedo recordar cuándo. ¿Antes de que yo saliera de casa? ¿O hablé con ella después?

No sé a qué viene todo esto. ¿Qué hice ayer? ¿Qué estuve haciendo entre las cinco y las diez y cuarto?

No sé a qué viene todo esto. ¿Qué hice ayer? ¿Qué estuve haciendo entre las cinco y las diez y cuarto?

No sé a qué viene todo esto. ¿Qué hice ayer? ¿Qué estuve haciendo entre las cinco y las diez y cuarto?

pero no a cualquiera, sino a la de la infancia, un lugar que abandoné hace toda una vida; es la familiaridad de subir una escalera y saber exactamente qué escalón crujirá

que el sábado pasó algo. Lo supe en cuanto miré ese oscuro túnel que cruza por debajo de la línea del tren y la sangre se me congeló en las venas