Por supuesto, tiene razón; las putas con más éxito son las que actúan como si no lo fuesen. Por eso las señoritas de compañía de alto nivel ganan una pasta gansa: son maestras en el trabajo emocional. Conrad cree que en Las Vegas hay demasiadas forasteras de polvo rápido, en lugar de profesionales con las que repetir. Me mira malhumorado mientras abre una bolsa de patatas de mi bien provista cocina. Su suite queda al lado y seguro que ya se ha zampado todo lo que había en ella, aparte de haber asaltado el servicio de habitaciones. «Apáñame a la tal Brandi esta noche», dice, cogiendo una barrita energética antes de irse.