Qué cosa, qué milagro inconcebible y espantoso, pensó Adam. Un plan feo, concebido por un chico de mente fea, que alguien soñaba hasta convertirlo en una fea realidad. Del sueño a la vida. Qué apropiado era que Ronan, cuando seguía sus impulsos, soñara con coches bonitos, pájaros bellos y hermanos bondadosos, y que Adam, al tener la ocasión de hacer lo mismo, ideara una cadena de asesinatos perversos.