tienes un mensaje de Jack Harper.
—¡¿Qué?! —exclamo. Mierda, no pretendía sonar nerviosa—. Es decir, ¿de qué se trata? —pregunto con más calma.
—¿Puedes llevarle el expediente Leopold a su despacho? Ha dicho que ya sabías lo que era, pero que si no lo localizabas, no pasaba nada.
El corazón me golpea con fuerza en el pecho.
El expediente Leopold.
«Era una excusa para estaquearnos».
Es una contraseña. Quiere verme.