«En realidad no estoy seguro de cómo puedo ayudarle, Thomas», dije. «Nunca he amado a nadie.»
Aquellas palabras me pillaron desprevenido, sin embargo Thomas respondió sencillamente: «No, no todos tenemos esa fortuna. Puede que así le resulte más fácil morir.»
«Es posible», concedí, «pero me resulta más difícil vivir.»