Victoria Alonso

  • Miguel Garcíahas quoted2 years ago
    El tiempo corría a través de mí igual que agua por un filtro oxidado que a nadie le apeteciera cambiar. Era una tarde lluviosa de color plomizo. Había hablado ya con siete pacientes sin involucrarme lo más mínimo y solo me faltaba una antes de que pudiese irme a casa.
  • Miguel Garcíahas quoted2 years ago
    Muchos años de entrenamiento me permitían emitir un murmullo en los momentos adecuados sin necesidad de escuchar verdaderamente, y con algo de suerte no llegaba a enterarme de una palabra antes de que se fuera.
  • Miguel Garcíahas quoted2 years ago
    Tenía razón. Si la mujer alemana se conformaba de veras con medio año, el hecho de admitirla no chocaba con lo ético, y encima debería estar contento por el dinero adicional. Sin embargo, no lograba sacudirme el disgusto. ¿Cómo se había atrevido Madame Surrugue, en contra de mi expreso deseo, a meter a la fuerza todavía una persona más en esa vida que yo intentaba despejar?
  • Miguel Garcíahas quoted2 years ago
    Después de que hube comido, cuando las suaves oscilaciones de los violines llenaban el espacio en torno a mí como si fueran algodón, me asaltó una secuencia de pensamientos que cada vez con mayor frecuencia me importunaba. Y aunque la venía venir y sabía el malestar que me provocaba, no la rechazaba. De alguna manera lo que deseaba en el fondo era estar allí sentado totalmente solo y sentir pena de mí mismo.
    Siempre empezaba del mismo modo: ¿por qué nadie me había contado lo que sucede con el cuerpo cuando uno se hace viejo?
    ¿Por qué no me hablaron de los miembros doloridos, la piel sobrante y la invisibilidad? Envejecer, pensé mientras me inundaba la amargura, consiste sobre todo en comprobar cómo la diferencia entre el yo de uno y su cuerpo va aumentando progresivamente hasta que un día uno se vuelve un completo extraño para sí mismo. ¿Qué había en ello de hermoso o natural?
    Y justo cuando el disco llegó a su fin y el silencio me abandonó a la soledad del cuarto de estar, vino el golpe mortal: no había salida. Tenía que vivir en aquella traidora cárcel gris hasta el día en que acabase conmigo.
  • Miguel Garcíahas quoted2 years ago
    Mujer alemana de 25 años, casada, emigra a Francia en 1929 para estudiar. Con 15 años se observan en ella conductas de autolesión e intentos de suicidio, hallándose durante la adolescencia bajo el control regular del médico local Dr. Weinrich.
  • Miguel Garcíahas quoted2 years ago
    Agathe titubeó y entrecerró un poco los ojos.
    «He venido», dijo entonces con su marcado acento y quizá justo por ello de manera tan escrupulosa que todas las sílabas se oían con claridad, «porque he vuelto a perder las ganas de vivir. No me hago ilusiones de llegar a sentirme bien, pero al menos querría poder funcionar.»
  • Miguel Garcíahas quoted2 years ago
    Supongamos que se demostrara que la vida en el exterior de aquellas paredes fuera igual de fútil que en su interior; ciertamente era una posibilidad. ¿Cuántas veces había escuchado las quejas de mis pacientes sintiéndome dichoso de no llevar la vida de ellos? ¿Cuántas veces miraba con desprecio sus rutinas o me divertía a hurtadillas con sus estúpidas preocupaciones? Caí en la cuenta de que yo me había forjado la idea de que la auténtica vida, el pago por todas mis fatigas, llegaría el día que me jubilase. Pero, sentado allí en ese momento, no fui capaz de entrever cuál iba a ser el contenido de esa vida que justificara la ilusión por que llegase. ¿Acaso no eran la angustia y la soledad lo único que me cabía esperar con total seguridad? Qué patético. Yo era exactamente igual que ellos, pensé, y salí a recibir al primer paciente del día con un dolor sordo en la cadera y una molestia intermitente bajo las costilla
  • Miguel Garcíahas quoted2 years ago
    «Agathe, cuando usted vino aquí traía por supuesto su historial consigo y en él me ha sorprendido una cosa.»
    «¿Ah, sí? A mí me han sorprendido varias», dijo agria. «Por ejemplo, no entiendo cómo puede servirle de ayuda a una persona desgraciada que la aten a una cama y reciba corriente eléctrica en el cerebro.»
  • Miguel Garcíahas quoted2 years ago
    Me figuraba que casi podía percibir la desesperanza en forma de densa neblina entre nosotros y me eché hacia delante en la silla para retener a Agathe: «No es posible que para todo sea demasiado tarde, Agathe. Creo que la vida consiste en una larga serie de elecciones que estamos obligados a tomar. Y solo si nos negamos a asumir dicha responsabilidad entonces nos dará todo igual.»
  • Miguel Garcíahas quoted2 years ago
    ¿Sería posible que en realidad todas las personas lo pasaran tan mal o simplemente yo veía solo a los infelices? ¿Habría alguien en esos pequeños hogares de ahí fuera que se fuera satisfecho a la cama y supiese por qué razón se levantaba al día siguiente?
fb2epub
Drag & drop your files (not more than 5 at once)