Un hombre que evita los hastíos y el tedio puede encontrar quizás en el suicidio la realización del gesto más desinteresado, ¡con tal de que no sienta curiosidad por la muerte! No reconozco en absoluto cuándo y cómo he podido pensar así, lo cual, por otra parte, no me importa. Pero he aquí, sin embargo, el acto más absurdo, la fantasía en su máximo estallido, la desenvoltura más lejana que el sueño y el compromiso más puro.