L’uomo delinquente. Tal el título de un trabajo realizado por Cesare Lombroso, un excirujano del ejército y director del Asilo de Pesaro, en el cual, y después de estudiar más de seis mil casos de personas que habían delinquido, encontraba ciertas características o peculiaridades físicas que, supuestamente, tendían a repetirse.
Para Lombroso, el típico delincuente tenía mandíbula ancha, orejas grandes, brazos largos y pómulos altos.