Elfriede no sólo era una perfecta comunista, una excelente compañera de trabajo y una muchacha heroica que luchó en las barricadas poniendo en pie a toda la población femenina de Schiffbek para organizar cocinas de campaña, llevando ella misma, en pleno tiroteo, café caliente y cartuchos nuevos amarrados alrededor de su delgada cintura a los tiradores en las trincheras.