En la antigüedad las mitologías expresaban no solo los ritmos externos y las energías de la vida, sino también los que las mujeres experimentaban en su interior durante la menstruación. Estos ritmos estaban tan íntimamente relacionados con su comprensión de la luna, la tierra y la diosa de la vida, que la omisión que se hace en nuestros tiempos —debido en gran parte a tabúes culturales— habría resultado inadmisible en el pasado.