Cuando regresé al Departamento de Transportes del Ayuntamiento de Nueva York tras un largo interludio, ya sabía que su influencia se extendía más allá del tráfico. Nueva York tiene 5.800 kilómetros de calles, 19.300 kilómetros de aceras, más de 1 millón de señales de tráfico, 12.700 intersecciones con semáforos, 315.000 semáforos, 789 puentes y el ferri de Staten Island, que transporta a 22 millones de personas cada año.[3] Las calles ocupan un 25 por ciento del terreno que abarca la ciudad, lo que convierte al comisionado de Transportes en su mayor promotor inmobiliario.[4] El cometido principal del departamento es la gestión de la infraestructura y responder a las emergencias diarias que la desbaratan.