La observación cotidiana registrada en la prensa, el cine, la ficción y otras fuentes era la de un nuevo tipo de criminalidad, más amenazante en la medida en que parecía estar protegida desde arriba. El peligro seguía presente en la vida cotidiana. Las noticias y rumores que transmitían los medios y circulaban de boca en boca contradecían cualquier idea de que la urbanización equivalía a la seguridad y la justicia. Las variedades de la violencia criminal iban desde la rutina de la violencia doméstica, pasaban por la amenaza en escala individual del asaltante o la pandilla en la esquina oscura, y llegaban a los casos famosos de asesinos y asaltabancos.