Alejo Carpentier

  • guillermo murillohas quoted4 days ago
    Lo que se ha de entender desto de convertirse
    en lobos es que hay una enfermedad a quien
    llaman los médicos manía lupina…
    (Los trabajos de Persiles y Segismunda.)
    A fines del año 1943 tuve la suerte de poder visitar el reino de Henri Christophe —las ruinas, tan poéticas, de Sans-Souci; la mole, imponentemente intacta a pesar de rayos y terremotos, de la Ciudadela La Ferrière— y de conocer la todavía normanda Ciudad del Cabo —el Cap Français de la antigua colonia—, donde una calle de larguísimos balcones conduce al palacio de cantería habitado antaño por Paulina Bonaparte. Después de sentir el nada mentido sortilegio de las tierras de Haití, de haber hallado advertencias mágicas en los caminos rojos de la Meseta Central, de haber oído los tambores del Petro y del Rada, me vi llevado a acercar la maravillosa realidad vivida a la acotante pretensión de suscitar lo maravilloso que caracterizó ciertas literaturas europeas de estos últimos treinta años. Lo maravilloso, buscado a través de los viejos clisés de la selva de Brocelianda, de los caballeros de la Mesa Redonda, del encantador Merlín y del ciclo de Arturo. Lo maravilloso, pobremente sugerido por los oficios y deformidades de los personajes de feria —¿no se cansarán los jóvenes poetas franceses de los fenómenos y payasos de la fête foraine, de los que ya Rimbaud se había despedido en su Alquimia del Verbo?—. Lo maravilloso, obtenido con trucos de prestidigitación, reuniéndose objetos que para nada suelen encontrarse: la vieja y embustera historia del encuentro fortuito del paraguas y de la máquina de coser sobre una mesa de disección, generador de las cucharas de armiño, los caracoles en el taxi pluvioso, la cabeza de león en la pelvis de una viuda, de las exposiciones surrealistas. O, todavía, lo maravilloso literario: el rey de la Julieta de Sade, el supermacho de Jarry, el monje de Lewis, la utilería escalofriante de la novela negra inglesa: fantasmas, sacerdotes emparedados, licantropías, manos clavadas sobre la puerta de un castillo.
    Pero, a fuerza de querer suscitar lo maravilloso a todo trance, los taumaturgos se hacen burócratas. Invocado por medio de fórmulas consabidas que hacen de ciertas pinturas un monótono baratillo de relojes amelcochados, de maniquíes de costurera, de vagos monumentos fálicos, lo maravilloso se queda en paraguas o langosta o máquina de coser, o lo que sea, sobre una mesa de disección, en el interior de un cuarto triste, en un desierto de rocas. Pobreza imaginativa, decía Unamuno, es aprenderse códigos de memoria. Y hoy existen códigos de lo fantástico, basa
  • Véronique Cardohas quoted2 years ago
    Y tus cielos que están

    sobre tu cabeza serán de metal;

    y la tierra que está

    debajo de ti, de hierro.
  • Véronique Cardohas quoted2 years ago
    Y tus cielos que están

    sobre tu cabeza serán de metal;

    y la tierra que está

    debajo de ti, de hierro
  • Véronique Cardohas quoted2 years ago
    Y tus cielos que están

    sobre tu cabeza serán de metal;

    y la tierra que está

    debajo de ti, de hierro.
  • Véronique Cardohas quoted2 years ago
    solía pasar un momento en su lecho, cumpliendo con lo que consideraba un deber de esposo, aunque sin acertar a saber si, en realidad, mi acto respondía a un verdadero deseo por parte de Ruth. Era probable que ella, a su vez, se creyera obligada a brindarse a esa hebdomadaria práctica física en virtud de una obligación contraída en el instante de estampar su firma al pie de nuestro contrato matrimonial
  • Berenice Torreshas quotedlast year
    Buscar la utopía es querer encontrar el paraíso, y viceversa.
  • Berenice Torreshas quotedlast year
    Y tus cielos que están
    sobre tu cabeza serán de metal;
    y la tierra que está
    debajo de ti, de hierro.
    Y palparás al mediodía, como
    palpa el ciego en la oscuridad.
    Deuteronomio, 28-23
  • Berenice Torreshas quotedlast year
    Lo cierto era que ese abrazo, aunque resultara desabrido, volvía a apretar, cada vez, los vínculos aflojados por el desem-parejamiento de nuestras actividades.
  • Lina Quezadahas quotedlast year
    Había grandes lagunas de semanas y semanas en la crónica de mi propio existir; temporadas que no me dejaban un recuerdo válido, la huella de una sensación excepcional, una emoción duradera, días en que todo gesto me producía la obsesionante impresión de haberlo hecho antes en circunstancias idénticas —de haberme sentado en el mismo rincón, de haber contado la misma historia, mirando al velero preso en el cristal de un pisapapel.
  • Lina Quezadahas quotedlast year
    Encuentro trivial, en cierto modo, como son aparentemente todos los encuentros cuyo verdadero significado sólo se revelará más tarde, en el tejido de sus implicaciones... Debemos buscar el comienzo de todo, de seguro, en la nube que reventó en lluvia aquella tarde, con tan inesperada violencia que sus truenos parecían truenos de otra latitud.
fb2epub
Drag & drop your files (not more than 5 at once)