En estas cartas se dibujan además lugares, momentos, situaciones, personas, objetos, recorridos, hábitos, paisajes y rituales de la vida cotidiana, de manera tal que los textos presentan un fuerte anclaje carnal, corpóreo: aquí hay «carnadura», hay un cuerpo doliente o gozoso, pero indefectiblemente presente, aún en las manifestaciones más elevadas del pensamiento abstracto.