Stefan Bollmann

La experiencia deliciosa de la propia agitación emocional durante la lectura proporcionó a las mujeres una conciencia inédita y placentera de su propia identidad, algo que jamás había ocurrido antes durante el cumplimiento del rol cotidiano que la sociedad les había impuesto.

Leer no se reduce ya a desterrar el aburrimiento; se convierte también en una experiencia de libertad individual.

leer libros, nos dice tal vez esta mujer madura y sabia, es solamente el umbral de la vida intelectual; la lectura puede guiarnos, pero no es un fin en sí misma.

La lectura, su gran pasión, ha dado lugar a pequeñas escapadas

haberse detenido en la infancia de una época ya pasada sin que exista la menor posibilidad de una regeneración. Aquí, hasta la lectura parece haber perdido su poder terapéutico de motivación.

Las lectoras de Hopper no son peligrosas, pero están en peligro, no tanto por su imaginación desbordante sino por la depresión, el mal del mundo moderno.