Miguel León-Portilla

  • dabiimissuhas quoted7 months ago
    llaman «insignias divinas»
  • djhch197281265has quoted2 years ago
    sénior, don Manuel Gamio, don Ángel Ma. Garibay y don Alfonso Caso. Sin duda, al elegirme
  • hipocampohas quoted5 months ago
    más allá de la demostración o rechazo de sus apariciones—, ha sido para México tal vez el más poderoso polo de atracción y fuente de inspiración e identidad.
  • hipocampohas quoted5 months ago
    Las palabras puestas en boca de Juan Diego evocan conceptos clave en la antigua visión náhuatl del mundo. Uno es el de merecimiento, “el mío”, nomacehual. Está él estrechamente relacionado con la persuasión nahua —por cierto, paralela a la de los cristianos— de que los seres humanos fueron restaurados en el mundo en virtud de un sacrificio divino y sangriento. Si para el cristiano ese sacrificio fue el de Jesús en la Cruz, para el hombre náhuatl fue la inmolación de los dioses y en particular de Quetzalcóatl que, en Tamoanchan, con su sangre restituyó la vida a los huesos de los humanos que habían existido en otra edad cósmica, para que así la vida brotara de nuevo en el mundo
  • hipocampohas quoted5 months ago
    primero, acompañado de las flores preciosas, fue para él señal que confirmaba la verdad de las palabras de la Madre de Ipalnemohuani, el Dador de la vida. Eran ellas la petición de que se le edificara su casita en ese lugar y a la vez el ofrecimiento de que —como lo expresa el texto con ternura— “allí mostraré, haré patente, entregaré a las gentes todo mi amor, mi mirada compasiva, mi ayuda, mi protección. Porque en verdad, yo soy vuestra madrecita compasiva. A ti y a todos los hombres que vivís juntos en esta tierra y también a todas las demás gentes que me amen, que me llamen, me busquen, confíen en mí. Así en verdad oiré su llanto, su pesar”, oncan nicnextiz, nicpantlaçaz, nicte
  • hipocampohas quoted5 months ago
    Para el hombre indígena pensar en la divinidad como en una madre que se aflige y preocupa por sus hijos, no era cosa extraña. Fray Bernardino de Sahagún en el texto que hizo transcribir acerca de la Conquista desde el punto de vista de testigos indígenas, recogió también de labios de ellos lo que, según se refería, había sido un presagio de la venida de los hombres de Castilla y la desgracia del pueblo mexica. Cihuacóatl, la diosa madre, es quien aparece en él: “Muchas veces se oía a una mujer que iba llorando y dando voces. De noche gemía y andaba diciendo, ¡hijos míos!, ya con esto tenemos que irnos. Y otras veces decía, ¡hijos míos!, ¿a dónde os llevaré?”
  • hipocampohas quoted5 months ago
    de “una teología del Nican mopohua”.16 Desde diferentes perspectivas se ha intentado valorar su contenido e influencia en la transformación religiosa de México. El estudioso alemán Richard Nebel ha dedicado a esto una amplia obra.17 En ella analiza sus posibles significados a la luz de la reflexión teológica. Fijándose en “el mensaje guadalupano”, cree percibir en él una fuente de reflexión dogmático-moralizante, una dimensión ético-social vinculada mucho después, en un momento determinado, al movimiento conocido como “teología de la liberación”.
    Destaca él también otros aspectos, entre ellos la importancia de Tonantzin Guadalupe en el proceso evangelizador, en la religiosidad popular, en su significado para la Iglesia y la sociedad y en la formación del ser no sólo religioso sino cultural de México.
  • b7821221958has quotedlast year
    Primer presagio funesto: Diez años antes de venir los españoles primeramente se mostró un funesto presagio en el cielo. Una como espiga de fuego, una como llama de fuego, una como aurora: se mostraba como si estuviera goteando, como si estuviera punzando en el cielo.

    Ancha de asiento, angosta de vértice. Bien al medio del cielo, bien al centro del cielo llegaba, bien al cielo estaba alcanzando.

    Y de este modo se veía: allá en el oriente se mostraba: de este modo llegaba a la medianoche. Se manifestaba: estaba aún en el amanecer; hasta entonces la hacia desaparecer el Sol.

    Y en el tiempo en que estaba apareciendo: por un año venía a mostrarse. Comenzó en el año 12-Casa.

    Pues cuando se mostraba había alboroto general: se daban palmadas en los labios las gentes; había un gran azoro; hacían interminables comentarios.

    Segundo presagio funesto: Que sucedió aquí en México: por su propia cuenta se abrasó en llamas, se prendió en fuego: nadie tal vez le puso fuego, sino por su espontánea acción ardió la casa de Huitzilopochtli. Se llamaba su sitio divino, el sitio denominado Tlacateccan [«Casa de mando»].

    Se mostró: ya arden las columnas. De adentro salen acá las llamas de fuego, las lenguas de fuego, las llamaradas de fuego.

    Rápidamente en extremo acabó el fuego todo el maderamen de la casa. Al momento hubo vocerío estruendoso; dicen: «¡Mexicanos, venid de prisa: se apagará! ¡Traed vuestros cántaros!…»

    Pero cuando le echaban agua, cuando intentaban apagarla, sólo se enardecía flameando más. No pudo apagarse: del todo ardió.

    Tercer presagio funesto: Fue herido por un rayo un templo. Sólo de paja era: en donde se llama Tzummulco.[15] El templo de Xiuhtecuhtli. No llovía recio, sólo lloviznaba levemente. Así, se tuvo por presagio; decían de este modo: «No más fue golpe de Sol». Tampoco se oyó el trueno.

    Cuarto presagio funesto: Cuando había aún Sol, cayó un fuego. En tres partes dividido: salió de donde el Sol se mete: iba derecho viendo a donde sale el Sol: como si fuera brasa, iba cayendo en lluvia de chispas. Larga se tendió su cauda; lejos llegó su cola. Y cuando visto fue, hubo gran alboroto: como si estuvieran tocando cascabeles.
  • b7821221958has quotedlast year
    Quinto presagio funesto: Hirvió el agua: el viento la hizo alborotarse hirviendo. Como si hirviera en furia, como si en pedazos se rompiera al revolverse. Fue su impulso muy lejos, se levanto muy alto. Llegó a los fundamentos de las casas: y derruidas las casas, se anegaron en agua. Eso fue en la laguna que está junto a nosotros.

    Sexto presagio funesto: Muchas veces se oía: una mujer lloraba; iba gritando por la noche; andaba dando grandes gritos:

    —¡Hijitos míos, pues ya tenemos que irnos lejos!

    Y a veces decía:

    —Hijitos míos, ¿a dónde os llevaré?[16]

    Presagios funestos (Códice Florentino)

    Séptimo presagio funesto: Muchas veces se atrapaba, se cogía algo en redes. Los que trabajaban en el agua cogieron cierto pájaro ceniciento como si fuera grulla. Luego lo llevaron a mostrar a Motecuhzoma, en la Casa de lo Negro [casa de estudio mágico].

    Había llegado el Sol a su apogeo: era el mediodía. Había uno como espejo en la cabeza del pájaro como rodaja de huso, en espiral y en rejuego: era como si estuviera perforado en su medianía.

    Allí se veía el cielo: las estrellas, el Mastelejo. Y Motecuhzoma lo tuvo a muy mal presagio, cuando vio las estrellas y el Mastelejo.

    Pero cuando vio por segunda vez la cabeza del pájaro, nuevamente vio allá en lontananza; como si algunas personas vinieran de prisa; bien estiradas; dando empellones. Se hacían la guerra unos a otros y los traían a cuestas unos como venados.

    Al momento llamó a sus magos, a sus sabios. Les dijo:

    —¿No sabéis: qué es lo que he visto? ¡Unas como personas que están en pie y agitándose!…

    Pero ellos, queriendo dar la respuesta, se pusieron a ver: desapareció [todo]: nada vieron.

    Octavo presagio funesto: Muchas veces se mostraban a la gente hombres deformes, personas monstruosas. De dos cabezas pero un solo cuerpo. Las llevaban a la Casa de lo Negro; se las mostraban a Motecuhzoma. Cuando las había visto luego desaparecían.[17]

    Testimonio de Muñoz Camargo
    (Historia de Tlaxcala, escrita en castellano por su autor)[18]
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