Mi propia lista incluye: «Él es soberano. Aún sabe cómo me llamo. Los ángeles siguen respondiendo a su llamado. Los corazones de los gobernantes todavía ceden a su deseo. La muerte de Jesús sigue salvando almas. El Espíritu de Dios aún habita en los santos. El cielo sigue estando a la distancia de los latidos del corazón. La tumba aún es una morada temporal. Dios permanece fiel. A él no se le sorprende desprevenido. Él usa todo para su gloria y para mi supremo bien. Usa la tragedia para cumplir su voluntad, la cual es justa, santa y perfecta. Las tristezas pueden llegar con la noche, pero el gozo viene con la mañana. Dios produce frutos en medio de la aflicción».