También podría explicarlo como si entonces hubiera visto formarse imágenes parecidas a retratos: portadoras de palabras, de voces, tal vez de rostros, de figuras desfiguradas pero a pesar de todo esbozadas que transmitían las palabras de los sentidos revelados por la interpretación. Era como si el texto hiciera aparecer en su superficie sujetos parlantes, o bien crecieran sobre él o a partir de él, o flotaran sobre su superficie líquida, móvil, imprecisa. Por otro lado, creo que muy pronto, incluso antes del momento del que estoy hablando (que debía de ser cuando yo tenía 12 o 13 años), las imágenes ya hablaban. Quiero decir que, en la naturaleza, una madera, un árbol, un castillo en ruinas o un campo de vides tenían