Los indios del antiguo Perú, por ejemplo, deben a los pumas un eficaz remedio contra la fiebre y el dolor. Cuando los grandes felinos estaban enfermos, comían la corteza de un árbol determinado, conducta esta extremadamente infrecuente en felinos feroces. Un viejo texto español de 1639 recoge esa observación de los indios, pero los médicos de entonces se negaron a dar crédito a los antiguos conocimientos de los sudamericanos. Hubo que esperar hasta el año 1820 para que dos investigadores obtuvieran de la corteza de ese «árbol de la quina» la «quinina», una sustancia que poco después inició su marcha triunfal por todo el mundo como remedio contra la malaria.