Decidles que algún día podrán llegar a ser majestuosos, como nosotros. Que nos pertenecen, con independencia de cómo los tratemos. Que deben ganarse el respeto que el resto recibe por omisión. Decidles que la aceptación requiere un mínimo, y que ese no es menos que la pura perfección. Matad a aquellos que se burlen de las contradicciones y decidle al resto que merecían la muerte por dudar y ser débiles. Se destruirán ellos solos al intentar conseguir algo que nunca llegarán a alcanzar.