También empecé a prestar más atención a mi madre. Cuando hablaba en fante por teléfono con sus amigas, se convertía de nuevo en una niña, que se reía y cotilleaba. Cuando hablaba en twi conmigo, volvía a ser una madre severa, temible y también cálida. En inglés, era una mujer sumisa. Se le trababa la lengua con las palabras, y se avergonzaba, y para ocultarlo casi enmudecía.