Los ángeles, entre los cuales destacaba especialmente Azazel, enseñaron a los hombres las ciencias y las artes, y demostraron ser elementos singularmente evolucionados que ampliaron y desarrollaron la consciencia humana, de manera análoga a como el malvado Caín había encarnado ya el progreso frente a Abel. De este modo, los ángeles engrandecieron la significación del hombre hasta hacer de él algo «gigantesco», aspecto en el que se insinúa que la consciencia cultural de la época fue víctima de una inflación. Una inflación, sin embargo, está siempre amenazada por un contragolpe de lo inconsciente, y este contragolpe se verificó también poco después en la figura del diluvio. Pero antes de ello los gigantes «consumieron el producto de los hombres» y empezaron acto seguido a devorar a los mismos seres humanos