. Pero el caso es que me han preguntado ya tantas veces si creo o no en la existencia de Dios, que hasta cierto punto me preocupa que pueda considerárseme, mucho más a menudo de lo que yo mismo me figuro, como un «psicologista». Lo que la gente pasa casi siempre por alto o no acaba de entender es que, desde mi punto de vista, la psique es real. La gente, en efecto, cree únicamente en los hechos físicos, por lo que no le queda otro remedio que concluir que el verdadero constructor de la bomba atómica habría sido el uranio o, en su defecto, los instrumentos del laboratorio. Pero esto es tan absurdo como suponer que el responsable de su construcción sería una psique carente de realidad. Dios es un hecho evidentemente psíquico y no físico. Lo diré de otro modo: Dios es un hecho del que contamos con evidencias psíquicas, pero no con evidencias físicas. Por ello, a esta gente sigue igualmente sin entrarle todavía en la cabeza que la psicología de la religión se divide en dos campos que hay que mantener rigurosamente separados: la psicología del hombre religioso, por un lado, y la psicología de la religión o de los contenidos religiosos, por otro.