o hechizo ardiera en los cantos de Bilitis. ¿Cómo lograban burlar la severa vigilancia? Trabajando mucho, disimulando aún más. Era difícil, sin duda, pero ahí están las cocinas, los talleres, los lavaderos, en todos los cuales se trabaja, y trabajando puede hablarse y como por azar acercarse. Pueden hallarse los ojos, pueden rozarse las manos. Y, de pronto, luego de estudiarlo y poder estar seguras, la oportunidad llega y la celda de la una se abre para la otra quedamente.