Sí, la suya —se burló el alcalde—. La Bóveda del Tiempo se abrirá dentro de nueve semanas. ¿Qué dice a eso? Se abre en una crisis. Si este ataque del Mulo no es una crisis, ¿dónde está la crisis «verdadera» por la que se va a abrir la Bóveda? Contésteme a eso, bola de grasa.
El psicólogo se encogió de hombros.
—Está bien. Si eso le hace feliz... Pero concédame un favor. Por si acaso..., por si acaso el viejo Seldon pronuncia su discurso, y es un discurso desagradable, permítame que asista a la Magna Abertura.
—Muy bien. Y ahora salga de aquí, y permanezca fuera de mi vista durante nueve semanas.
«Con incalificable placer, horroroso engendro», murmuró Mis para sus adentros mientras se iba.