Callum se va y siento una punzada de irritación cuando me fijo en que no ha cerrado la puerta por completo. Me acerco y la cierro… aunque al mismo tiempo se vuelve a abrir de golpe y casi caigo de culo al suelo.
Lo siguiente que sé es que un par de brazos fuertes me abrazan.
Al principio me tenso, porque pienso que es Reed, pero cuando me doy cuenta de que es Easton, me relajo. Es igual de alto y musculoso que su hermano, y tienen el mismo pelo oscuro y los mismos ojos azules. Aunque el olor de su champú es más dulce y su loción de afeitado no es tan intensa como la de Reed.
—Easton… —empiezo a decir, pero luego ahogo un grito porque el sonido de mi voz solo logra que me abrace más fuerte.
No pronuncia ni una palabra. Me abraza como si fuese su salvación. Es un abrazo de oso desesperado que me dificulta la respiración. Apoya el mentón en mi hombro y luego se acurruca contra mi cuello. Se supone que estoy enfadada con todos los Royal de esta mansión, sin embargo no puedo evitar acariciarle el pelo con una mano. Este es Easton, mi autoproclamado «hermano mayor», aunque tengamos la misma edad. Es más grande que una montaña e incorregible. A menudo es un pesado y siempre, un loco.
Probablemente supiera lo de Reed y Brooke. No me creo que Reed lo hubiese mantenido en secreto sin decirle nada a Easton… y, a pesar de ello, no soy capaz de odiarlo. No cuando noto cómo tiembla entre mis brazos. No cuando se echa hacia atrás y me mira con un alivio tan arrollador que me deja sin aliento.
Entonces parpadeo y ya no está. Sale de mi habitación con paso tambaleante y sin decir palabra alguna. Siento una punzada de preocupación. ¿Dónde están sus comentarios arrogantes? ¿Dónde está el comentario con el que se atribuye mi vuelta a casa gracias a su certero magnetismo animal?