Me dedico a la historia omitida. Más de una vez he oído, y todavía sigo oyéndolo, que esto no es literatura, que es documentación. Pero ¿qué es hoy literatura? ¿Quién responderá a esta pregunta? Vivimos más rápido que antes. El contenido rompe en pedazos el molde. Lo parte y lo cambia. Todo se derrama: la música, la pintura; también en un documento la palabra se zafa por salir fuera del documento. No hay fronteras entre el hecho y la ficción, uno desemboca en el otro. Ni siquiera un testigo es imparcial. Al contar, el ser humano crea, combate con el tiempo al igual que un escultor con el mármol. Es actor y creador.
Me interesa el pequeño ser humano. El pequeño gran ser humano, podría decirse, porque los sufrimientos lo agrandan. Él es quien cuenta en mis libros su pequeña historia y, junto con esta historia suya, también la grande. Qué nos ocurrió y qué nos está ocurriendo todavía no lo hemos comprendido, hay que decirlo en voz alta. Al menos decirlo en voz alta, para empezar. Nos da miedo, no estamos en condiciones de dominar, de enfrentarnos a nuestro pasado.