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Etgar Keret

  • Rafael Ramoshas quoted2 years ago
    Uzi y yo nos conocemos desde los tres años, más o menos. Desde entonces ha llovido mucho, pero pocas cosas han cambiado, en realidad. Uzi dice que también entonces me pasaba el día compadeciéndome de mí mismo.
  • Rafael Ramoshas quoted2 years ago
    Durante la media hora que pasamos en Matalón 56 el quiquiriquiquí sube hasta romper el techo. Cuando salimos al tórrido sol de la calle, el quiquiriquiquí está ya en el 1.75, lo que significa, según Uzi, que nos da el ciento veinte por ciento del dinero. Y así, el quiquiriquiquí sigue surcando el celeste cielo como una cometa y nosotros tras él, agarrados con fuerza a su cola para no caernos.
  • Rafael Ramoshas quoted2 years ago
    pegó la carita al cristal de la ventanilla y vio a un hombre todo cubierto de sangre que era evacuado inconsciente en una camilla. Preguntó adónde llevaban a aquel hombre y Oshrí le dijo que se lo llevaban a un lugar muy bueno. A un lugar con colores, sabores y olores imposibles de imaginar. Le habló de ese lugar, de cómo allí tu cuerpo parece no pesar y de que de tanto no querer nada, todo se cumple. Allí no hay miedos, y hasta el dolor, cuando se presenta, se convierte en algo que en lugar de torturar, es sencillamente una sensación más de lo agradecido que estás de poderlo sentir. Oshrí siguió hablando más y más, hasta que se dio cuenta de la mirada furiosa de su mujer. Por la radio informaban de tráfico denso en la autopista de la costa, y al mirar de nuevo hacia atrás vio a Meital sonriendo y diciéndole adiós con la mano al hombre de la camilla.
  • Rafael Ramoshas quoted2 years ago
    Desde el encuentro con Maayán en el cementerio, siempre que se masturbaba pensaba en ella y en aquel roce de la mano en su hombro. Y no porque fuera guapa, aunque tampoco era fea. Tenía una belleza de esas frágiles, una belleza que se debía a su juventud, aunque con una próxima fecha de caducidad, pero que muy próxima. Su mujer también había tenido una belleza de ese tipo, aunque de eso hacía ya mucho, cuando se conocieron
  • Rafael Ramoshas quoted2 years ago
    Cuando finalmente llegaban a acostarse, resultaba agradable. No menos agradable de lo que les había resultado antes, solo que ahora la vida de él había adquirido una perspectiva diferente. La que tenía que ver con ese mundo al que para llegar a él es necesario que te caiga algo encima desde muy alto, una perspectiva que por algún motivo empequeñecía todo lo demás. No solo el sexo, sino también el amor que sentía por su mujer
  • Rafael Ramoshas quoted2 years ago
    Porque sabe que no está completamente sola. Y a mí, a mí me aprecia muchísimo. Me aprecia, pero no se siente atraída por mí. Y eso la entristece, lo mismo que a mí, o puede que incluso más. Porque le encantaría sentirse atraída por alguien como yo. Alguien inteligente, sensible, alguien que la quiera de verdad.
  • Rafael Ramoshas quoted2 years ago
    o soy el único hombre que estoy muy unido a ella y todavía sigue con vida. Al final empezaré a salir con otra y ella se quedará sola. Será inevitable, y lo sabe. Y cuando suceda, se pondrá triste. Triste por ella, pero también contenta por mí, porque habré encontrado el amor.
  • Rafael Ramoshas quoted2 years ago
    Cuando termino de correrme me acaricia la cara y me dice que aparte de sentirse triste también se siente halagada. Que la halaga el hecho de que con todas las chicas que hay en el mundo, solo piense en ella mientras me masturbo.
  • Rafael Ramoshas quoted2 years ago
    Pero tras la separación ya no estaban allí para apoyarse el uno al otro. Cuando estás solo tienes menos fuerzas para ser constante. Cada vez que cedes notas que va a ser el otro padre el que va a tener que pagar por eso después, o por lo menos por la mitad, así que el precio se hace más soportable. Es un poco como tirar la colilla en el portal de tu casa o dentro de tu piso. Y ahora que ya no tienen casa, es decir, no la misma para los dos, ensucian todo lo que les da la gana
  • Rafael Ramoshas quoted2 years ago
    –¿Y tú qué animal eres? –le pregunta mi hijo a la alemana, y yo me apresuro a traducírselo al inglés.

    –Yo no soy ningún animal –se ríe ella, pasándose una mano de larguísimas uñas por el pelo–, yo soy un monstruo, un monstruo que ha llegado del otro lado del océano para comerme a los niños pequeños y guapos como tú.

    –Dice que es un pájaro cantor –se lo traduzco a mi hijo con toda naturalidad–; dice que es un pájaro cantor de plumas rojas que ha llegado volando de un país lejano.
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