Tal vez una abuela así no estuviera tan mal. Claro, siempre y cuando pasemos por alto un minúsculo detalle: Tita era un verdadero dragón marino.
En los mapas medievales se ponía la leyenda “Más allá, dragones” para indicar a los navegantes que estaban en un territorio desconocido y que probablemente estaban a punto de llegar a la orilla del mundo.
Pues bien, Sofía había llegado a la orilla del mundo, aparentemente. Le habían dicho que los dragones no existían. Se lo habían asegurado miles de veces, ¡y hasta la regañaron por afirmar lo contrario! Quienes habían dicho semejante barbaridad no conocían a Tita. Nadie que hubiera visto a la abuela de Sofía podía seguir negando la existencia de los dragones.
Compartir la casa con un dragón marino es muy complicado. Sofía lamentó no haber traído con ella un equipo de supervivencia. No sabía en qué consistía exactamente dicho equipo, pero estaba segura de que sería algo más que tres cajas de cartón cubiertas con cinta adhesiva.