— ¿Sabes esa sensación,
cuando eres pequeño y metes las manos entre ortigas,
y tu padre, en lugar de consolarte
y ponerte manzanilla, va y te regaña?
Pues esto es como tener el cuerpo entero cubierto de ortigas.
Hasta los ojos.
Y ya no puedo ver nada más que eso.
Ya no puedo sentir más que eso.
¿Alguna vez has metido las manos entre ortigas, mi amor?