He sido yo quien lo ha hecho tal como es. Quería que todo fuera como antes. La voz, la manera de andar, los gestos. Los gustos, las pasiones, los recuerdos. Las costumbres, las palabras, las reacciones. Incluso sus cinco dioptrías y su mala coordinación de movimientos. Incluso las migas que quedaban alrededor de su silla de la cocina. Incluso el tonto apelativo «cielito» con el que me llamaba. Todo, todo.