Cegados por la propaganda y por la noticia de las derrotas iniciales de su ejército, grupos de civiles armados y militares polacos recorrieron la ciudad casa por casa deteniendo a las personas de origen alemán para golpearlas, violarlas, asesinarlas y saquear sus propiedades. Ni siquiera se respetaba a los niños, como demuestran algunas espantosas fotografías que han llegado hasta nuestros días.