La Revolución yucateca fue un socialismo maya sui generis sustentado en un gran vuelco cultural que, sin negar los aportes de la modernidad —en lo técnico los nuevos procedimientos agrícolas, en lo político-social el marxismo—, reivindicaba a la antigua civilización del sureste no como patrimonio inerte sino como herencia viva que confiere identidad al pueblo peninsular, mestizos incluidos.