Amado Nervo

Aquellas horas no valían, por ventura, la eternidad?
El éxtasis, ¿no es la evasión por excelencia de las redes del tiempo y del espacio?

Luisa me arruinaba económica, física y moralmente.

Todo se olvida, ¿verdad, Nachita?, pero se olvida solo por un tiempo

Contigo la vida ha sido espléndida, y al primer guijarro del camino tropiezas, y tropieza contigo toda tu sabiduría.

Hay almas tan nobles, que se resisten a creer ciertas infamias

Había errado la vocación. Qué dicha ser marino. Tener un barco. Ir de puerto en puerto, arrostrando tormentas.

el ridículo miedo al ridículo que tiraniza a los pobres hombres de sociedad.

«En cualquier accidente que te acaezca, no digas nunca: “He perdido tal o cual objeto”; di más bien: “Lo he devuelto”. ¿Acaba de morir tu hijo?: “Fue devuelto”. ¿Ha muerto tu mujer?: “Fue devuelta”.

¿Qué es preferible -me decía para consolarme de mi desgracia- vivir con una santa a quien no queremos ni para remedio, o adorar a una diabla?

Ha leído usted -prosiguió con sonrisa ambigua- lo que dicen las religiones indias y algunos de los griegos acerca de la palingenesia?

»El alma, al encarnar, olvida toda su larga historia anterior, que, según parece, no le serviría de estímulo sino de desconsuelo, y haría imposible sus relaciones con muchos de sus semejantes, pues es de clavo pasado que el interfecto no soportaría la vista de su asesino, el marido engañado la de su infiel, el comerciante la de su cajero ladrón; e inconcuso que quien en otras vidas tropezó y cayó, perdería en la actual con este recuerdo la moral para regenerarse. El alma, pues, come “la flor de loto”, pero no olvida en realidad ciertas cosas, según afirman los teorizantes