Y aunque continúo aletargada por la presencia bellísima de mi padre y la exquisita sustancia bienhechora de mi mamá, he descubierto que tengo un dragón heredado desde hace mil años, se convierte en almíbar de postre, en daga, en una hija, en amante, en sábana, en ciudad y en estrella de mar con voz.
Tengo mil dragones y una madre rusa.