En primer lugar, el sector financiero sigue invirtiendo, sobre todo en finanzas, seguros y bienes raíces; es decir, invierte en sí mismo y no en bienes como infraestructura e innovación. Por ejemplo, el exceso de préstamos en el sistema (que solo aumentó durante la pandemia de covid-19) hizo que la cantidad de deuda privada, y en particular la deuda de los hogares, creciera a niveles récord.[1] Y como el consumo de los hogares aumentó más que el ingreso disponible, el sector financiero cubrió la brecha con crédito, y de ese modo consolidó su expansión. Las rentas y los pagos de intereses aumentaron, y con ello la concentración de ingresos y riqueza en el sector financiero y en los más ricos. Para que verdaderamente sea posible otro capitalismo, hay que transformar el sector financiero, de modo que genere valor para todos.