Nena, por favor, acaba con mi sufrimiento ahora. Prometo alejarme de tu vida si lo echo a perder; y vaya que lo voy a echar a perder miles de veces antes de comenzar a hacerlo bien, pero quiero descubrirlo a tu lado. No creo que pueda soportar a otro imbécil que babee por tu cuello.
Sonreí de lado.
—Entonces, ¿me estás diciendo que tú quieres ser el único imbécil que babee por mí?
—Exactamente.