A ti, que no has desarrollado aún la conciencia necesaria para tu forma de vida como objeto, el abandono te hace sentir menos humana, sobre todo en la manera de sentirte enteramente como un animal. Te sientes como una especie de animal que es melancolía y que mira cualquier objeto y ansía ser aquello en lugar de él mismo, ansía ser una lámpara de araña, tal vez, o un tenedor chapado en plata, o un machete colgado en una pared, ansía ser cualquier cosa (un banco, el tacón roto de un zapato, un caparazón de langosta, una linterna sin pilas, un libro sobre barcos, una grieta en la tarima, una hoja de roble en el canalón, un bisturí, una partícula, un ático, unos grandes almacenes) que no sea un animal enfermo y abandonado, ansía ser cualquier cosa en el mundo excepto aquello que una vez fue amado y que ahora han dejado solo.