Le dije que esto terminaría ocurriendo, pero no me creyó. «Bella me lo prometió» —remedó su voz tan perfectamente que me estremecí por el impacto mientras el dolor se deslizaba por mi pecho—. «Ni se te ocurra seguir mirando en su futuro» —continúo ella, imitándolo—. «Ya le hemos hecho bastante daño».
»Pero dejar de mirar no significa que se deje de ver —prosiguió—. Te juro que no te vigilaba, Bella. Es sólo que estoy ya en sintonía contigo, y no me lo pensé dos veces cuando te vi saltar, me metí en el avión. Sabía que sería demasiado tarde, pero no podía quedarme sin hacer nada. Así que me planté aquí con la esperanza de que tal vez podría ayudar a Charlie de algún modo y vas tú y llegas… —sacudió la cabeza, esta vez confusa. Se le notaba la tensión en la voz—. Te vi caer en el agua, y esperé y esperé a ver si salías, pero no fue así. ¿Qué pasó? ¿Y cómo has podido hacerle a Charlie una cosa así? ¿No te paraste a pensar el daño que esto le causaría? ¿Y a mi hermano? ¿Puedes hacerte una idea de lo que Edward…?
La atajé en cuanto pronunció su nombre. La habría dejado continuar, incluso después de darme cuenta del malentendido en el que ella se encontraba, sólo por oír el perfecto tono acampanado de su voz, pero era hora de interrumpirla.
—Alice, yo no intentaba suicidarme.