Lejos de salvaguardar esa opción de resolución del conflicto, los sucesivos gobiernos israelíes han trabajado en sentido inverso. No todos sus dirigentes manifiestan explícitamente su rechazo a un mini-Estado palestino. Algunos incluso han aceptado nominalmente esa posibilidad. Pero, por lo general, se refieren a una entidad subestatal, dependiente, tutelada y subordinada a las exigencias de seguridad e intereses israelíes. Por tanto, carente de uno de los principales atributos constitutivos de un Estado independiente, el del ejercicio de la soberanía efectiva sobre el territorio y la población que se asienta en este.