Esquilo sugiere que la justicia política no sólo enjaula la ira, sino que la transforma de manera fundamental, de algo que apenas es humano, obsesivo, sanguinario, a algo humano, que entiende razones, calmado, deliberado y medido. Además, la justicia no se enfoca en un pasado que no puede alterarse nunca, sino en la creación de bienestar y prosperidad en el futuro. El sentido de responsabilidad que habita en las instituciones justas no es, de hecho, en lo más mínimo un sentimiento de retribución; se