Para el lector imbuido de los saberes convencionales de nuestra época, no puedo dejar de resaltar la importancia del hecho de que la sociedad formada por grupos, familias, clanes, tribus, federaciones tribales, aldeas e incluso municipios antecede con mucho a la formación del Estado. El Estado, con sus funcionarios especializados, sus burocracias y sus ejércitos, surge bastante tarde en el camino del desarrollo humano —a menudo bastante más allá del umbral de la historia—. Y cuando lo hace, se mantiene siempre en agudo conflicto con las estructuras sociales coexistentes, tales como los gremios, los barrios, las sociedades populares, las cooperativas, los concejos urbanos y una amplia variedad de asambleas municipales.