Es el triunfo del estereotipo: la palabra convertida en consigna, convertida en respuesta automática, convertida en orden, convertida en código mercantil, convertida en permanente suspensión y aplazamiento de los problemas. Cada desencuentro entre palabra, experiencia y pensamiento produce un estereotipo. Como un desierto que produce más desierto. Y ese mismo desacople ha desarticulado también el pensamiento crítico que, al no asumir positiva y creativamente la crisis de palabras, se limita a repetir las que funcionaron en su día para abrir la realidad y hoy también han cristalizado en estereotipos.