como afirma Simone Weil en un ensayo sublime sobre la guerra, La «Ilíada» o el poema de la fuerza (1940), la violencia convierte en cosa a quien está sujeto a ella.[1] No —replican quienes en una situación dada no ven alternativa al conflicto armado—, la violencia puede exaltar a alguien subyugado y convertirlo en mártir o en héroe.