va Perón arrastró en vida y luego de su muerte ese imaginario compartido entre modelos y actrices, y el ataque político de sus adversarios se fundó primordialmente sobre esos argumentos. Muchos de los relatos biográficos de Eva, inclusive los mejor intencionados, también se han hecho eco de estos supuestos. Lo cierto es que estas representaciones de las modelos poseían parte de verdad, pero también contenían componentes altamente ficcionales –y, por tanto, atractivos para la creación de historias de todo tipo–. En muchas ocasiones, las vidas de las modelos no fueron ni tan miserables o marginales, ni tan extravagantes, ni tan glamorosas. Justamente, en la esencia de la profesión estaba la creación de una fantasía, una apariencia a través de poses y gestos. No obstante el condimento de glamour, atrevimiento o elegancia que pudiesen destilar las imágenes, el modelaje no dejaba de estar anclado en el mundo del trabajo remunerado (figs. 5 y 6).