Qué emociones permitimos en la literatura para niños y niñas? ¿Quién dice cuáles son las historias apropiadas para ellos? ¿Cómo hablamos de temas difíciles? ¿Es posible fundar esperanza en el pesimismo? Nos preguntamos en este libro por los repertorios emocionales en la ficción infantil como otra forma de abordar temas de justicia, de inequidades, de ausencias. Abordamos lo emocional en cuanto un entramado social, es decir, no desde una visión tradicional psicologizante en las que las emociones expresan una interioridad y se estructuran en base a las así llamadas emociones básicas –alegría, miedo, tristeza, ira, disgusto y sorpresa– sino como un flujo social y cultural tanto más complejo en el que de poco vale separar un interior de un exterior.