Andrew Minyard no parecía mucho en persona, rubio y de un metro y cincuenta centímetros, pero Neil sabía más. Andrew era el portero novato de los Foxes y su más peligrosa inversión. Casi todos los Foxes eran autodestructivos, mientras que Andrew parecía aficionado al daño colateral. Había pasado tres años en un centro de detención juvenil y apenas había evadido una segunda orden de internamiento.